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N.E.P. y liberación del estrés
Quizás el concepto central de N.E.P. (Psicología Neuroenergética) es: la interacción entre nuestra psicología, mente, emociones y nuestra biología.
El estrés es una, si no la principal, causa de enfermedad de nuestras días. Bloquea el objetivo principal de la biología, la homeostasis, es decir, el mantener un equilibrio y un ajuste de los procesos fisiológicos, por ejemplo, la capacidad de calmarse y relajarse después de una respuesta de activación. El estrés crónico, que limita la homeostasis, tiene una fuerte influencia en la aparición de enfermedades tales como: las enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades inmunológicas, y disfunciones sexuales.
Es conocido desde tiempo, no sólo en diferentes técnicas y terapias sino también en la sabiduría popular que la relajación es necesaria para mejorar nuestro funcionamiento psicológico, “¡Cálmate!, mañana lo verás con otros ojos”. “Relájate para poder pensar”, “entra en un estado alfa y podrás visualizar”.
Un masaje, una sauna, un jacuzzi pueden relajar tu cuerpo, como lo puede hacer el dar un paseo por un lugar de la naturaleza, estas son formas generales de obtener un estado de mayor relajación y calma.
Además en la práctica psicológica, aunque los psicólogos no trabajamos con medicación, con psicofármacos, estos se suelen usar, recetados por psiquiatras, para calmar el sistema nervioso del paciente antes de influir sobre su forma de pensar y de sentirse, a un nivel psicológico.
La forma en la que liberamos el estrés en N.E.P. es más específica y directa. Podemos influir la respuesta de estrés en los plexos nerviosos de manera que equilibramos el sistema nervioso autónomo y las dinámicas neuro-vasculares que permiten que la sangre fluya de forma adecuada llegando todos los órganos y tejidos, esto permite al cuerpo volver a la homeostasis, a un estado de relajación y calma.
El disponer de esta influencia directa sobre el funcionamiento nervioso nos permite recuperar en la persona la capacidad de pensar con claridad y de encontrar soluciones ante un tema específico que genera el estrés. Y poder pensar implica la capacidad de cambiar cómo percibimos la realidad y la respuesta emocional que tenemos ante ella.
Podemos influir directamente sistemas concretos del cuerpo en zonas específicas.
Cada persona reacciona de forma diferente ante el estrés y la ansiedad, ante la tensión que mantenemos. Y cada persona tiene síntomas diferentes en su cuerpo, que se activan más en momentos de estrés, para una persona pueden ser síntomas respiratorios, para otros digestivos, o inmunes, o quizás en la piel, etc.
Ante aquello que nos estresa podemos identificar los bloqueos específicos en el cuerpo de una persona y generar una respuesta de equilibrio y relajación más concreta y poderosa. Así desactivamos esa memoria corporal o celular que establece una conexión entre nuestro cuerpo y nuestra mente (la forma en la que percibimos la realidad). Esto es realmente importante porque sin liberar la respuesta corporal a nuestra percepción, el cambio es mucho más difícil, no hay energía para cambiar, o dicho de una forma más técnica, la sangre va a los grandes músculos del cuerpo para prepararse para luchar, huir o quedarse congelado, y el cerebro no recibe toda la sangre (energía) que debería, para poder pensar con claridad. Así volvemos a quedar atrapados en nuestra percepción habitual del mundo y de nosotros mismos.
Basilio Martínez
Más información sobre Psicología Neuroenergética
El estrés es una, si no la principal, causa de enfermedad de nuestras días. Bloquea el objetivo principal de la biología, la homeostasis, es decir, el mantener un equilibrio y un ajuste de los procesos fisiológicos, por ejemplo, la capacidad de calmarse y relajarse después de una respuesta de activación. El estrés crónico, que limita la homeostasis, tiene una fuerte influencia en la aparición de enfermedades tales como: las enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades inmunológicas, y disfunciones sexuales.
Es conocido desde tiempo, no sólo en diferentes técnicas y terapias sino también en la sabiduría popular que la relajación es necesaria para mejorar nuestro funcionamiento psicológico, “¡Cálmate!, mañana lo verás con otros ojos”. “Relájate para poder pensar”, “entra en un estado alfa y podrás visualizar”.
Un masaje, una sauna, un jacuzzi pueden relajar tu cuerpo, como lo puede hacer el dar un paseo por un lugar de la naturaleza, estas son formas generales de obtener un estado de mayor relajación y calma.
Además en la práctica psicológica, aunque los psicólogos no trabajamos con medicación, con psicofármacos, estos se suelen usar, recetados por psiquiatras, para calmar el sistema nervioso del paciente antes de influir sobre su forma de pensar y de sentirse, a un nivel psicológico.
La forma en la que liberamos el estrés en N.E.P. es más específica y directa. Podemos influir la respuesta de estrés en los plexos nerviosos de manera que equilibramos el sistema nervioso autónomo y las dinámicas neuro-vasculares que permiten que la sangre fluya de forma adecuada llegando todos los órganos y tejidos, esto permite al cuerpo volver a la homeostasis, a un estado de relajación y calma.
El disponer de esta influencia directa sobre el funcionamiento nervioso nos permite recuperar en la persona la capacidad de pensar con claridad y de encontrar soluciones ante un tema específico que genera el estrés. Y poder pensar implica la capacidad de cambiar cómo percibimos la realidad y la respuesta emocional que tenemos ante ella.
Podemos influir directamente sistemas concretos del cuerpo en zonas específicas.
Cada persona reacciona de forma diferente ante el estrés y la ansiedad, ante la tensión que mantenemos. Y cada persona tiene síntomas diferentes en su cuerpo, que se activan más en momentos de estrés, para una persona pueden ser síntomas respiratorios, para otros digestivos, o inmunes, o quizás en la piel, etc.
Ante aquello que nos estresa podemos identificar los bloqueos específicos en el cuerpo de una persona y generar una respuesta de equilibrio y relajación más concreta y poderosa. Así desactivamos esa memoria corporal o celular que establece una conexión entre nuestro cuerpo y nuestra mente (la forma en la que percibimos la realidad). Esto es realmente importante porque sin liberar la respuesta corporal a nuestra percepción, el cambio es mucho más difícil, no hay energía para cambiar, o dicho de una forma más técnica, la sangre va a los grandes músculos del cuerpo para prepararse para luchar, huir o quedarse congelado, y el cerebro no recibe toda la sangre (energía) que debería, para poder pensar con claridad. Así volvemos a quedar atrapados en nuestra percepción habitual del mundo y de nosotros mismos.
Basilio Martínez
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